sábado, 14 de junio de 2014

Como hamsters en sus ruedas



Nunca les podremos demostrar que somos humanas. Y a este paso seguiremos perpétuamente en un revival del replicante de Blade Runner, el que se muere intentando demostrar su humanidad al asesino.

Vamos a parar porque nunca vamos a lograrlo. Basta ya de esforzarnos por demostrarles que no somos objetos, que somos iguales, que valemos tanto como ellos.

¿Recordáis a los guaraníes cantando angelicalmente en la película de La Misión, intentando demostrar a unos retorcidos gobernadores que eran humanos? Yo soy así cuando conduzco. Hago virguerías con el coche al aparcar delante de los mirones del barrio. Para intentar demostrarles que no tenemos ninguna tara, que somos humanas.

Mi prima Sofía, que nunca ha querido promocionar, hace horas de más en su trabajo, para intentar compensar su falta de humanidad, para decirles haciendo más que puede ser igual.

Mi amiga Natalia, que ha sufrido abusos en diferentes relaciones, sigue soñando con el amor romántico, para intentar demostrar que puede ser querida como una igual, como una humana.

Que cuidamos porque somos humanas.
Que somos empáticas porque somos humanas.
Que somos generosas porque somos humanas.

Con la primera regla nos arrebatan el título de humana completa. Y desde ese momento, permanecemos como un hamster en su rueda, en una ginkana infinita para recuperar nuestra humanidad.

¿Qué es este trozo de humanidad intentándose demostrar a sí mismo?

Resultamos tan patéticas como el niño de Inteligencia Artificial en peregrinaje eterno, intentando demostrar que es un niño de verdad.... "quiero ser un niño de verdad" "quiero ser un niño de verdad".

Que no somos humanas, vale. Renunciemos a nuestra humanidad. Que somos cuerpos cosificados, que somos las zorras maduritas del streamcloud, que somos las despreciables, que las "con el cerebro raro", las anodinas, las vulgares. Mejor así, que no esta demostración perpétua. Que la humanidad se ha convertido en la zanahoria de nuestra noria. Y nosotras, las burras.

Renunciemos ya a trabajar, a amar, a hablar siquiera como humanas! Berreemos libremente!
 
Cada vez que un hombre famoso dice algo mínimamente positivo de nosotras nos volvemos locas. Como con esa absurda frase de Salvador Allende "yo cada vez soy más partidario de las mujeres" que compartimos en las RRSS congraciadas de que por fin un hombre, uno de esos que ponen y quitan el título de humanidad, nos lo haya concedido. Qué frase más absurda. Por cierto, "yo cada vez soy más partidaria de echar la siesta en el sofá y no en la cama".

Ya basta. Seamos arpías, zorras, cerdas, focas, vacas, lobas y víboras. Declarémonos robots, replicantes o salvajes.

Que la humanidad no es un título tan estupendo. Que la humanidad es un lugar de mierda, que siglos y siglos de sabiduría "humana" solo han logrado construir esta miseria. Que la humanidad APESTA.

Y la ginkana de la humanidad son las pilas de este motor que nos mantiene esclavas.

¿Os apuntáis a esta renuncia colectiva?

¿Os gustaría?

Pues no.

No podemos.

No podemos.

No podemos porque es cuestión de vida o muerte demostrarles que somos humanas.


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Cuando yo vivía en Honduras, la única manera de evitar que me atacaran verbalmente por la calle (el 60 % de los hombres con los que me cruzaba lo hacían) era saludarles antes. Iba diciendo "buenos días" "buenas tardes" a todo quisqui para evitar que me increparan. Al saludarles, me reconocían como humana y callaban.

Elicitar vuestra empatía, desbloquear vuestra crueldad, demostraros que somos iguales, humanas, es muchas veces lo único que nos salva. ¿Os imagináis los esfuerzos que hicieron las adolescentes violadas y asesinadas este mes en la India para demostrar a sus torturadores que eran humanas?, ¿cómo se esgañitaron infructuosamente para decirles, como el niño perdido de IA, "que soy una niña, que soy una niña de verdad"?

Y me podéis decir que estas son cosas que pasan en Honduras o en La India. Que vosotros no sois así.

Pero ya sabemos que no. Ya sabemos que si llevárais tiempo en la India, que si fuérais impunes, que si llevárais unas copas de más, seguramente lo haríais también.

He visto a tantos hombres españoles transformarse en sátiros en centroamérica, o en abusadores de menores al llegar a Asia. En pocos meses. Algunos en apenas días.

Ya sabemos que la materia psicológica de vuestra masculinidad dominante y hegemónica es la misma aquí y en la India, ya sabemos que en la próxima guerra volveréis a violarnos, que estáis atrapados en la trampa de la crueldad impuesta por vuestra masculinidad hegemónica y que aunque soñéis un mundo mejor, ya sabemos que nunca seréis capaces de construirlo.

Que si el mundo tuviera la oportunidad de emanciparse en una nueva revolución rusa volveríais a practicar el terror y construiríais piedra por piedra los mismos gulags, rebanaríais uno por uno los mismos cuellos. Que si tuviérais la oportunidad de reconstruir la historia forjaríais de nuevo los mismos grilletes, las mismas cadenas.

Por eso necesitáis soñar que sois héroes, que salváis, y os hacéis tantas películas épicas, porque no soportais la realidad, el hecho de que vuestra masculinidad hegemónica es una metástasis omnipresente, las langostas que crecen y crecen sin medida (ocupándolo todo en Mauritania) hasta destruir y destruirse por completo.

¿Cómo podríais salvar el mundo si sois el frío hierro que se cuela por cada grieta de vulnerabilidad para hacer palanca?

Vosotros estáis también atrapados como un hamster en la rueda, ¿eh?, soñando un mundo mejor, pero con la imposibilidad psicológica de realizarlo.

Un saludo, Señores, desde mi rueda.

Un saludo, de hamster a hamster.


























1 comentario:

  1. haciendo trucos para que el amo nos apruebe y nos regale unos minutos de humanidad, o tal vez, de ser digna de verlos a los ojos por un rato. jaja

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