miércoles, 13 de agosto de 2014

Bullying: Agresión escolar permanente (sexual, moral y física) a una niña árabe




Soy la primera hija de una pareja de inmigrantes. Etnia: árabe.

Entré en el cole un año tarde, directamente a los cuatro años, porque el curso anterior me quedé sin plaza. Por aquel entonces, no sabía hablar, aunque ese no fue problema. En un mes, había alcanzado los demás niños.
Aun así, jamás me sentí parte de esa clase. El juego típico era a mamás y papás. Yo no era partícipe. No recuerdo cómo empezó esa situación pero sé que tiene algo que ver con que nadie quisiese ser "papá" para mí. Cosa ilógica, pues eran más niños que niñas y había demanda de niñas. 

Acabé siendo "la fea". Todas las niñas recibían cartas de San Valentín y tenían "novios" excepto yo. 

Las niñas no me dejaban jugar con ellas, y los niños me causaban repulsión. Acabé cogiéndoles asco por el trato. Marginarme, no dejarme jugar, llamarme motes... Jugaba sola.

Acabé refugiándome en leer, y tenía los mejores dictados y el mejor vocabulario.

A los ocho años nos mudamos a otra ciudad y fui a un cole privado. Fue peor pero solo duró un año, porque volvimos al siguiente. En mi ausencia, había venido una niña nueva, a la que vi cómo habían aceptado como si fuese "de siempre". Traté de imitarla pero fue inútil.

En quinto, me harté y le conté parte a mi madre. 

La profesora le dijo que era culpa mía, y que yo me buscaba ese trato. 

Mi madre la creyó y además, extrapoló eso a otros círculos de la familia donde recibía el mismo trato por parte de los niños.

Con la ESO, empezó el acoso sexual. Compañeros que tocaban sin permiso, frases como "puta/zorra, en la vida se te acercará alguien" y cartas falsas de amor que resultaban apuestas "a ver quién escribía a la fea". Y los ataques físicos, por supuesto.

Cambié de instituto dos veces, debido a que el primero no admitía cierta vestimenta islámica. Pensé que fue una bendición pero me equivoqué.

En el segundo instituto, me llevé de recuerdo varios ataques físicos. Los verbales eran diarios. 

El verano posterior fue mi primer intento de suicidio pero no consumí la dosis adecuada y pasó el suceso sin testigos. 
Aunque la autolesión era ya hábito.
En el tercer instituto, el segundo día, recibí un ataque físico. Dos compañeros que lo presenciaron se lo contaron a la tutora. Los agresores prometieron no repetirlo aunque los cuchicheos y las miradas que fueron después no decían lo mismo. Eso sí, la tutora me apoyó y me sentí algo mejor.

Nunca contaba en casa, sabía qué frase me esperaba "Es que...si dejaras de comportarte como si fueras especial..."
Solo me puedo sentir orgullosa de una cosa: Nunca dejé que mis notas fueran afectadas ni me permití bajar del notable alto, cosa no muy bien recibida por parte de agresores.

Tengo 17 años y ahora acabo de graduarme de bachillerato. Sé que probablemente me espere lo mismo en la universidad, porque los nombres cambian pero la maldad es universal.


PD: A veces miro fotos mías de pequeña. No era fea. Tampoco lo soy ahora. Aun así, me cuesta verme bien. Espero que mis ganas de reír no se apaguen nunca, eso sí.