domingo, 3 de agosto de 2014

Bullying: ¿Cuándo va a parar el linchamiento de mujeres en España?


 A Pilar Manjón.
Que si fuera hombre hubiera obtenido el reconocimiento
 y oportunidades que merece como la humanista que es.
 Que en la calidad de su alma se intuye la excepcionalidad
 de la de Luther King o Mandela.




¿CUÁNDO VA A PARAR EL LINCHAMIENTO DE MUJERES EN ESPAÑA?

¿Por qué nunca se habla del linchamiento de mujeres como ese fenómeno universal y perpetuo que es? Ya sea en forma de acoso moral o de agresión física, el linchamiento de mujeres se da en todo país del mundo. Pero ¿por qué nunca se habla de ese castigo desproporcionado que sigue vigente desde la Inquisición?

Aquí, en España, gracias probablemente a un sistema judicial que nos ampara de manera más amplia que en otros lugares del mundo, no se practica el linchamiento físico. Pero es bastante común el linchamiento moral, el linchamiento mediático, el acoso psicológico, el juicio y martirio público: una versión suave y legal de la tradición universal de hacer escarnio público de las mujeres.

Es curioso que los mismos programas de televisión que condenan la violencia de género en el contexto íntimo, practican el linchamiento colectivo de mujeres de manera cotidiana. Cualquier reality show es una muestra obvia de ello. Y es que la permisibilidad social hacia el linchamiento moral de mujeres es pasmosa. En la escuela, en el ámbito universitario y profesional, en los medios de comunicación, en las redes.

Del linchamiento de mujeres participan tanto hombres como mujeres. Y es la agresión misógina grupal más entendida. 

A menudo, para linchar con cierta impunidad, los bullies suelen poner nerviosa a la persona que quieren linchar para que meta la pata. O sin más, esperar pacientemente a que cometa algún error en su vida. Entonces, el linchamiento se dispara. Parece que cuando una mujer comete un error, no se juzga como un acontecimiento puntual, sino como algo que define su carácter. Sobre todo si ese error confirma alguno de nuestros prejuicios misóginos.

Los bullies habituales esperan pacientes a que hagas o digas algo que incluso tus aliados potenciales van a juzgar. Mientras estos últimos entran al juego de evaluarte, tú estás sola.

Cuando veas que linchan a una mujer por un mínimo error, acuérdate de que no están castigando su error. Sino la libertad que ha ejercido para cometerlo.


El linchamiento de mujeres, la permisividad social para lincharnos, comienza desde la infancia, con el bullying...

...una chica de Getafe, cómplice y testigo de acoso escolar, nos cuenta lo que pasaba en su instituto de Getafe hace 6 años. Lo que probablemente aún pasa:      


Tengo 22 años. Fui a un colegio de monjas concertado en Getafe hasta los 16 años. Mientras estuve allí, para mí todo lo que cuento a continuación era perfectamente normal y parte de la rutina de un colegio/instituto normal.

Durante el tiempo que estuve allí, conocí bastantes casos de bullying.

Tener a alguien como blanco de burlas en clase era perfectamente normal. De hecho, era más común que fuera a una chica, aunque había casos de chicos también. Y el trato a unos y otras era diferente, como veréis. Generalmente, la forma de herirlas a ellas era metiéndose con su cuerpo y su inteligencia, siempre por este orden. A ellos los ridiculizaban de otra manera, por su actitud (falta de masculinidad, qué gay...) o con burlas relacionadas con algo de la tele, fútbol, etc.
Ni ellos ni ellas solían acudir a los profesores, por miedo a ser tachados de chivatos.
Recuerdo con nitidez a mi amiga Julia en 6º de Primaria. Julia se acabó yendo del colegio a un instituto público porque la “malota” de la clase se metía con ella.
No recuerdo exactamente lo que le decía, pero recuerdo a su madre decir que la cambiaba al instituto porque la chica no podía más y los profesores no hacían nada.
Es la víctima la que tiene que irse. Y pasa de ser blanco del bullying a ser la nueva en un nuevo centro (potencial blanco, otra vez). Así no se elimina el problema de base, que es el comportamiento de quienes hacen bullying.

... En 1º de la ESO entró Nuria. Como es normal, la chica era tímida y hablaba poco. Se decía que estaba repitiendo 1º por haber suspendido en otro instituto, lo que ya de por sí le valió la fama de ser tonta. Pero Nuria tenía algo imperdonable en una adolescente: pelos en las piernas. No recuerdo haberle visto nunca las piernas peludas bajo el uniforme, pero alguien las vería y aquello le valió el mote por el que aún se la conoce entre los ex-alumnos “Nuria Chewbacca” o “Nuria la Chewie”. Pocas personas de la clase pueden decir que no la llamaron así nunca. Yo tampoco.
Lo hacemos por presión de grupo. Si el grupo hace X, tú haces X, simplemente porque es normal. Además, si la persona acosada responde con agresividad, ya tienes una excusa para seguir acosándola.

... En 3º me hice amiga de María, una chica que había sido recurrente objeto de burlas desde muy pequeña. María estaba gorda. Si la viera ahora, diría que no era para tanto. Objetivamente, lo único que tenía la muchacha era un poco de tripa, pocas curvas en las caderas y poco pecho. Pero con 15 años eso es estar gorda. A María la insultaban, primero por gorda y después por suspender. Se apellidaba Botía, así que el mote fue Botijo, “María la Botijo”. Ella buscaba constantemente integrarse en el grupo y ser aceptada. Ese año, en pleno auge de la tecnología digital, un par de chicos empezaron a burlarse de ella por el Messenger intentando hacerla creer que les gustaba para luego reírse de ella. Con uno de ellos intenté razonar y hacerle ver le hacían daño. Acabé calzándole una hostia. El chaval no volvió a reírse de ella de aquella forma.
Creo que si hubieran desarrollado alguna campaña de concienciación contra el bullying como hacían sobre drogas o sexualidad, algo se habría avanzado.
Si volviera a ser testigo de agresiones así, lo denunciaría a los profesores y, si no me hicieran caso, lo movería a Dirección.
Pero esto lo digo a toro pasado, claro.
A María le robaron dos veces el dinero de las excursiones y, aún teniendo claro las responsables, no se las hizo nada, ni siquiera interrogarlas. María venía conmigo al equipo de fútbol y podría ser muy pava y muy poco estudiosa, pero no se merecía toda la mierda que llevaba años aguantando.

... En 4º nos colocaron por la opción de Matemáticas y apareció un nuevo blanco al que atacar junto a María. Esta vez era un chico y se llamaba Alex. Era hijo de la profesora de Matemáticas que tuvimos en 1º y 2º, y tenía una pequeña discapacidad en una mano. Era callado, más o menos sumiso. Era un chico bastante tranquilo. Había entonces en la tele un anuncio de una muñeca “Princesa Alexia”. Los chicos de su mismo grupo empezaron a decirle “Princesa Alexia”, y terminaron acortando en “Princesa”.
Cada vez que se oía la palabra “Princesa” en clase, un sector se partía de risa y otro callaba, pero no decía nada.
Hasta que un día fuimos unos chavales y yo a hablar con el tutor, que era completamente ajeno al tema (en su presencia no se hacían esas burlas). Era amigo de la madre y su cara fue un poema cuando se lo contamos. Habló personalmente y creo que castigó a todos los responsables. Las burlas hacia Alex bajaron muchísimo de intensidad, aunque siguieron existiendo de vez en cuando.
Los profesores que presenciaban burlas y no actuaban sí tenían capacidad objetiva de mejorarlo. Quienes no lo veían... bueno, sigo pensando que montar actividades de concienciación habría sido un paso importante.
Y teníamos unas Normas de Convivencia con las que se nos amenazaba constantemente por romper cosas, llegar tarde, no llevar el uniforme completo o estar en el pasillo en un cambio de clase. Pero no se aplicaban en casos de bullying. 
Dado el carácter empresarial del centro, concertado hasta la ESO y privado en Bachillerato, darlo a conocer en los medios/redes sociales habría sido algo muy potente. Entonces la Dirección habría dado órdenes estrictas para erradicar esos comportamientos. 

... Conocí a dos chicas que acabaron en bulimia (una combinada con anorexia) por culpa de los comentarios sobre lo gordas que estaban.
Una de estas chicas, Mónica, había tenido una acosadora habitual, Jessi, que llegó a ir a buscarla una vez a la puerta del colegio justo un día en el que el padre de Mónica estaba fuera. La niñata se envalentonó delante del padre y el señor acabó perdiendo los nervios y dándole un guantazo a la acosadora de su hija. No tengo noticias de que los padres de Jessi dijeran nada al respecto.
Mis padres no estaban en el APA (se llamaba APA, aunque la mayoría fuesen madres) y no tengo mucha información sobre su actividad, pero si eran capaces de hacer que llevásemos uniforme los meses de verano porque las chicas íbamos muy provocativas, habrían sido capaces de hacer algo contra el bullying.
La gente que yo sabía que pertenecía al APA no tenía tampoco hijos a los que el bullying les afectase. Estoy convencida de que el hombre (el padre de Mónica) perdió los papeles por la falta de apoyo. Tiene que ser muy duro ver que en el sitio al que mandas a tu hija 7 horas al día la acosan y nadie parece ser consciente de nada.

... No recuerdo quién fue, pero sí sé que en algún momento una chica me contó que había sufrido una agresión sexual en un baño del patio. No sé si lo denunció alguna vez, ni si se hizo algo al respecto. Pero no pongo en duda su palabra

Diría que de los acosados había un 75-80% de mujeres. El resto eran hombres.
De acosadores la proporción era completamente inversa. Había pocas acosadoras. La mayoría de las chicas pasaba de largo.
Por otro lado los profesores, se dividían en dos grupos: los que no sabían lo que pasaba porque la gente se cuidaba de estarse quieta en su presencia y quienes lo veían todo en sus narices y lo dejaban pasar porque eran cosas de críos. Excepcionalmente alguna profesora echaba la bronca cuando oía los comentarios, y automáticamente era clasificada por la clase en el primer grupo y las cosas no iban más allá. 
Algo ya más corriente era que nos echaran un sermón colectivo con el tema “Tenéis buenas notas, pero entre vosotros sois unos cabrones”. Nunca hizo efecto. Tampoco vi tratar un tema de bullying de modo particular a fondo que no fuera el de Alex, el hijo de uno de los docentes.

Esto pasó hace seis años. Nunca me arrepentiré de haberme cambiado de instituto. Recuerdo mi sensación de descubrir que una podía reírse sin necesidad de humillar a alguien. Creo que es bastante gráfica.
                        


REPITO, ¿CUÁNDO VA A PARAR EL LINCHAMIENTO DE NIÑAS Y DE MUJERES EN ESPAÑA?

Yo estoy harta de temer salirme del tiesto. No vaya a ser linchada. Harta de tener que buscarme aliados en todo. No vaya a ser linchada. Harta de que cualquier excusa sea buena para ensañarse con nosotras: estar gorda, ser rara, ser borde. Harta de temer defender a mujeres linchadas no vaya a ser que sea yo también linchada por ello. Y harta de la sociedad que transige.

Harta de vivir bajo evaluación constante. ¿Te has casado ya?, has engordado, con ese escote enseñas demasiado. Porque sé que el excrutinio o juicio permanente de las mujeres iconoclastas o con voz propia, de las mujeres en general, crea el clima proclive al linchamiento.

Estoy harta de que a Leticia Sabater la podamos linchar porque es "monstruosa". Harta de que haya mujeres "a-esta-sí" para las que os concedáis el permiso de ser crueles. Harta de que parezca normal que se lleve 8 años despellejando a una mujer porque dijo "miembras". Harta de veros como buitres sobrevolándonos, esperando a que esta bruja cometa un desliz para que la sociedad os conceda cierto permiso a la hora de despellejarla.

Yo estoy harta. ¿Y vosotros? ¿no estáis hartos? ¿De veras no estáis hartos de contemplar en los medios públicos el linchamiento de mujeres? ¿Hartos de todos esos programas de televisión que despellejaron a Lucía Etxebarría por excusas tan absurdas como que tiene una voz estridente? ¿O acaso me vendrán algunos a decirme. "Ah, bueno, esa a mí también me cae mal"? 

¿Y ya sabéis que que una mujer caiga mal no te da ninguna licencia moral para lincharla?¿Y ya sabéis que lo que hoy aplaudís en la tele, mañana se lo pueden hacer en el cole a vuestras hijas? 
Porque los bullies estan viendo los mismos programas que tú. Y los imitan.

Hace unos días hablé con una joven artista, una niña española que me contó el escalofriante relato de su infancia. Su escalofriante relato nos enseña como a muchos de nuestros niños y sobre todo a muchas de nuestras niñas, las agreden con crímenes brutales, y sobreviven con secuelas físicas y mentales terribles.

Éste es un trozo de mi vida... digamos que no he sido una chica perfecta en ningún momento, todo comienza desde bien pequeñita, cuando todo el mundo comienza a socializar con su ''primer día de cole''. Aún teniendo poca edad, al asistir a un colegio de educación privada especial nos insistían en saber escribir y leer desde bien pequeñitos  y siempre he sido la chica ''empollona'' que sabía de todo.

Uno de mis primeros problemas comenzó por esa condición de empollona, ya desde bien pequeñita algunas madres de otros nenes de mi misma clase me miraban con desprecio, e influían a sus pequeños hijos que esa chica empollona, feliz y risueña era demasiado irritante, así que ya desde bien pequeñita entre los años 3 y 5 del ciclo infantil siempre se me fue señalada como así.

Además de mi condición de empollona había otro aspecto que condicionaba las burlas de los pequeños, ese era mi estado físico. Digamos que yo nunca he sido la chica perfecta flaquita o delicada, a mi me gusta decir que siempre estuve bien alimentada, pero aún así no rocé la obesidad solo tenía un poquito de ''barriguita'' , aunque en realidad eso daba igual, con tener un poquito más de grasa en tu piel es una excusa perfecta para meterse con una pequeña de 5 años.

Si recuerdo un relato que en ocasiones mi madre suele contarme, con esa edad un día comencé a no comer, y por mucho que ella se enojara y gritara yo no comía, eso era porque ya mis pequeños compañeros comenzaban a llamarme ''la gorda'', y eso me influyó psicológicamente.

Más adelante, a nivel educativo llegué a ser la mejor de la clase, lo cual se hizo más notable en los últimos cursos de la primaria, condicionando a que mis compañeros me miraran de reojo o pasaran de mi cuando yo pretendía hablarles. A decir verdad, éste periodo de mi vida no fue muy difícil aún no teniendo nadie con quién poder compartir mi vida escolar, la gota que pudo colmar el vaso de mis estudios privados fueron los cuatro años de estudios de secundaria.

Cabe decir que estudié en un colegio privado especial en el que quedabas encerrado los primeros 16 años de tu vida, infantil, primaria y secundaria, todos los años con las mismas personas y los mismos profesores, nunca cambié de compañeros, a excepción de algún repetidor.

En la secundaria parece que todo se incrementó, recuerdo que en mi primer año mis notas se mantuvieron perfectas, haciendo que la gente cada vez pasara más y criticara a mis espaldas cosas que no eran ciertas, pero tonta de mi en segundo curso decidí hacerme ''la chica tonta'', como era de esperar mis notas bajaron en picado... eso sí consiguió hacer que se me acercara más gente y pudiera hacer un grupito de amigas con el que pudiera conversar en mis horas libres.

A esas alturas de mi vida ya comencé a soltarme mucho más, entonces me decidí a dibujar entre clases, cosa con la que había estado obsesionada desde bien pequeña, no paré de dibujar un estilo parecido al manga o leer libros como la saga de Harry Potter. Esto causó cierta repulsión entre algunos compañeros masculinos, los que comenzaron a meterse conmigo durante mucho tiempo, me tomaban entre patios con la excusa de ''hacer los deberes'' para poder jugar a ''pasarse la pelota'' conmigo como objeto por ser la chica ''fortota".

 Esto no fue informado nunca a los profesores, como llegar a amenazarme el cuello con un azulejo de aseo caído, y tener que poner excusas como ''me arañé sin querer'' o ''me rocé con el boli''.

Todo esto ocurrió sin que nadie se diera cuenta o el resto de compañeros se callaran para que no les ocurriera lo mismo.

Hasta un día de lluvia en el que tuvimos que pasar nuestro recreo dentro de clase. Mis compañeros no iban a desistir de jugar a la pelota conmigo solo por un breve contratiempo. Así que comenzaron a hacerlo al final de la clase tras una gran cristalera. Como era de esperar a uno de ellos se le fue la mano demasiado, no quiero decir que fuera a posta, pero consiguió tirarme con tal fuerza contra el cristal, que éste se rajó rápidamente y estalló completamente sobre mi. En esos momentos no había ningún profesor alrededor, así que lo único que se les ocurrió hacer fue reírse mientras yo yacía en el suelo llena de arañazos y con una gran herida en mi pierna y costado.

Muchos otros compañeros no implicados también reían, otros miraban atónitos sin moverse, y puede que otros muchos estuvieran preocupados, pero no tuvieron el valor suficiente por si ellos tomaban represalias también con los salvadores.

Pasó poco tiempo hasta que compañeros de otras clases se acercaron a ver lo sucedido, profesores que habían escuchado el gran estruendo no podían pasar por tanta acumulación de alumnos, y muchos otros llegaron a darse cuenta por el gran gentío que había, finalmente pasaron 5 minutos hasta que un adulto llegó al lugar.

Todo fue cuando yo tenía 13 años, pero aún recuerdo un gran cristal clavado en mi gemelo y cada vez que intentaba moverme me hacía daño rozando el resto de fragmentos de la gran cristalera.

También recuerdo que no me dio tiempo de llorar pensando en el dolor y las risas que se escuchaban, y lo único que llegué a pensar fue ''por lo menos les he divertido''.

Ahora pienso ''de verdad, si que era tonta yo''.

Se me tomó y se me llevó rápidamente en volandas bajando 6 pisos, lo único que oí mientras salía por la puerta fue a una de las profesoras que más admiraba, bien enfadada y gritando en busca del culpable, casi llorando. Tras ese incidente pasaron dos semanas hasta mi vuelta al colegio.

Mi madre bien enfadada iba cada día a pedir explicaciones, aún así los culpables no confesaron, así que se pensó que alguien me empujó ''sin querer'' tropezando hasta el cristal. Como era de esperar, mi madre nunca quedó contenta, y cuando me preguntaron yo tampoco confesé, no queriendo implicar a ninguno de mis compañeros, así que todo quedó en un mero accidente.

Tras eso pasé el resto del curso sin hablar, solo pegada a mis compañeras en el patio aún pudiendo escuchar las muchas críticas de los grupos de chicas guapas o populares y los insultos de otros grupos como los macarrillas o los graciosillos.

Mis notas bajaron tanto que llegué a suspender varios exámenes que a mi podían resultarme ''chupados''. Aunque los compañeros se interesaron un poco más en mi por mis habilidades en dibujo o para hacer apuntes,  solo fue para aprovecharse de mí.  Me obligaban a tomar apuntes o hacerles sus deberes en mis ratos libres.

Los insultos y críticas seguían sin parar sobre ''la foquita''

Aunque ahora que veo fotos de mi antiguo yo, estaba perfectamente, ya que siempre odié la delgadez extrema. Aún así yo siempre seguí bajando la cabeza ante tanto mote e insulto.

Llegó un momento en el que me negué a seguir haciendo las cosas de los demás.

Estaban tan desesperados por seguir consiguiendo esos servicios que pretendían pagarme un par de céntimos por apunte o solución de ejercicios. Me lo pensé y no llegué a aceptar, aunque eso causó de nuevo que la gente me criticara.

Recuerdo que un día una de las chicas del grupo nos puso a todas en fila, y comenzó a entregar una a una invitaciones para su cumpleaños. Yo estaba realmente emocionada, iba a ser mi primer cumpleaños, aún así me ilusioné demasiado pronto, y la chica pasó de mi a la siguiente compañera. Nadie me dijo nada, y aunque siguieron actuando normal, me distancié un poco por muy infantil que pareciera.

Eso dio oportunidad a otros grupos para seguir acosándome mucho más, cuando podían me pegaban, se reían, seguían añadiéndome motes cada vez, llegando a encerrarme en los aseos o hacer trastadas con mis objetos para que luego me culparan, y hacer toda cosa que pudiera hacerme rabiar o llorar.

Durante un año continuaron utilizándome como objeto de risas.

Entonces, más que nunca, decidí culparme a mi misma por como era, una vergüenza, pegándome a mi misma en ocasiones para hacerme daño y estresándome hasta el punto en el que mi familia no llegaba a comprenderme.

Al final de ese mismo curso yo misma estallé, dejando de lado a toda esa gente que me lo hacía pasar mal y consiguiendo personas de un curso menor al mío con las que resguardarme. Recuerdo que al final de ese mismo año se realizó un concurso de relatos y comics psicológicos en la ciudad, y una de mis profesoras decidió comentármelo.

Decidí hacerme fuerte y presentar ante todos un proyecto que finalmente llegó a ser el ganador y elogiado por muchos.

Pasé a mi último curso de secundaria con el que finalmente podría librarme de aquel infierno de colegio. A decir verdad no esperé que pudiera llegar a ser tan bueno. Dado mi éxito en la televisión y radio locales gracias al concurso, comencé a ser popular, y todos mis compañeros de cursos menores comenzaron a adorarme y todas las burlas y motes cesaron. Me convertí en la chica ''friki'' y ''empollona'' feliz. Fue un buen año, estuve libre, terminé mi educación obligatoria con notas de sobresaliente y conseguí pasarme a un instituto a estudiar artes puras. Fui muy feliz durante mi último año de educación secundaria y mi primer año de bachillerato, conocí a mucha gente buena con la que realmente estuve feliz... aún así la cosa no acabó aquí.

Desde segundo curso de secundaria conocí una chica a través de internet que vivía en un pueblo cercano. Esta chica, al igual que yo, adoraba la cultura japonesa, y al ver mis obras se interesó por el arte. Yo la consideraba una muy buena amiga, y en mi segundo curso de bachillerato ella entró al primero de mi mismo instituto, de verdad creí que sería algo genial, y así fue durante los primeros tres meses. Después de ello comenzó a distanciarse hasta el punto en el que huía de mi, y al igual que antes comencé a culparme porque siempre me pasaba lo mismo ¿por ser gorda? ¿por mis gustos?

En mi segundo curso de bachiller mi preocupación por la amistad hizo que mis notas bajaran drásticamente, y un día cualquiera comencé a encontrarme mal, muy mal, comía, y me encontraba mal. Recuerdo que mi madre me decía que era todo imaginario a causa de mis malas notas.

Yo nunca lo relacioné así. Hasta que me dio mi primer ataque de ansiedad, sola, de camino al aseo entre clases, del que nadie se dio cuenta hasta finalizar estas. Todos pasaron de mi.

Y un día, gracias a un mero resfriado común, mi médico de cabecera comenzó a observarme a fondo, mandándome unas pruebas especiales. En el hospital consiguieron darme un diagnóstico, por la ansiedad mi pecho se había cerrado, haciéndome no poder respirar, y también me consideraron celiaca.

Nunca dije nada pero hubo una persona con la que finalmente comencé a entender que era el ''bullying''.

La misma chica que había sido mi gran amiga comenzó a pegarme cada vez que me veía en un pasillo, en los aseos que solía visitar comencé a observar que estaba escrito mi nombre seguido del insulto ''p*ta".

Muchas veces, interminables veces, me llegaban correos llenos de insultos, y cartas a mi buzón. Un día llegó un chico bien vestido a mi casa.

Mi madre abrió amablemente. Este preguntaba por la madre de (mi nombre). Al confirmarlo éste hombre comenzó a golpearla arañarla e intentar apuñalarla. Gracias a dios que los vecinos reaccionaron a tiempo. Con la huída el chico dejó una carta en la que se me insultaba a mí y a mi familia a más no poder. Nunca pudimos saber quién era, lo que sí supimos es que lo envió mi querida mejor amiga.

Todo esto me hizo mucho más difícil sacar las asignaturas del último trimestre. Me dieron grandes ataques de ansiedad en los que estando sola esta persona aprovechó para patearme en un frio suelo. Varias veces vino la ambulancia por mí.

Un día en una de mis revisiones me detectaron un tumor en desarrollo en un costado bajo el pecho. Yo seguí culpándome, como siempre. Tras unos meses ingresada en el hospital volví, extremadamente flaca, y anoréxica.

Aunque yo sí que seguía viéndome gorda, conseguí sacar con buenas notas muchas de las asignaturas que había dejado tras mi ingreso, pasando completamente del bullying que seguía recibiendo, gritos y golpes.

Me di cuenta por fin gracias a unas confesiones que ésta persona que me hacía bullying estaba enamorada de mi...  soy una chica un poco torpe y corta, y sin querer parece que la rechacé sin saberlo, causando toda ésta confusión. Aún así los insultos siguieron.

Acabé de nuevo en el hospital, y repitiendo mi segundo curso por no poder acudir al último y único examen que me quedaba para hacer mi acceso a la universidad.

Al año siguiente me traspasé a estudios nocturnos, y aunque seguí recibiendo un bullying a través de internet y correo ordinario por esa misma persona, hice nuevas amigas.

Aunque tras varias salidas colapsé de nuevo y estuve hospitalizada unos 5 meses, desaparecida para todo el mundo, me sometí a tres operaciones, una de ellas por cáncer.

Cuando volví a mis amigas y estudios para recuperarme, éstas me dieron de lado tomando como una gran mentira mi cáncer. Finalmente conseguí sacar con sobresaliente la última asignatura que me quedaba pero durante mucho tiempo estuve culpándome de lo ocurrido. Llegué a cortarme toda la piel de mis brazos, arañarme, pegarme por la impotencia que sentía por el bullying mediante internet de mi antigua mejor amiga y las chicas que me acababan de dejar cayendo enferma.

Me pasé todo el tiempo que me quedaba estudiando, y justo un día antes de hacer la selectividad mi mente se aclaró.

Pensando solo en los exámenes, los hice con mucha felicidad de poder mostrar mis dotes artísticas e imaginativas. Actualmente estoy orgullosa de lo que soy, realmente no me arrepiento de nada de lo que hice en el pasado, ya que lo hice siendo yo, nada falsa ni engañando a nadie.

No creo que deba deprimirme por cosas ocurridas en el pasado. Actualmente no recibo bullying online gracias al cambio de todas mis cuentas y direcciones, realmente me da igual recibirlo, y si no lo veo, mejor.

Puede que lo único que me siga corriendo por la mente fueran las cosas tontas que hice a causa de todo lo que sufrí.

Puede que me arrepienta de haberme autolesionado o llorado y sentirme impotente por creerme mala persona.

Me gusta como soy, me relaciono con la gente que deseo y ahora de verdad tengo unos grandes amigos, a los que conocí en mi mejor año de estudios, mi primer año de bachillerato.

Puede que las personas se vayan o vuelvan pero sé que éstas personas aunque se vayan nunca me harán daño. Ahora sí que estoy orgullosa de mi misma, tanto como persona y como artista. Me gusta lo que hago y me gusta como soy.

Ahora comprendo que fui de nuevo tonta al pensar en la ''gordura''. Me veo y realmente estoy perfecta, no deseo estar obesa ni estar delgada. Siempre adoré a las chicas que disfrutaban de sus hermosas piernas y cinturas, por eso ahora voy a adorarme a mi misma.

Se que desarrollé sensibilidad a acercarme a los hombres, pero gracias a grandes personas he conseguido superarlo.

Yo misma adoro a los que me adoran y ahora que soy feliz quiero vivir así todo el tiempo que se me permita. Quiero superarme y seguir siendo la artista que tanta gente adora.
          
         

                                                       

EN SERIO, ¿CUÁNDO VA A PARAR EL LINCHAMIENTO DE NIÑAS Y DE MUJERES EN ESPAÑA?
                  

                                    

                                                                  *****


* Como siempre pasa cuando hablo de agresiones a mujeres, habrá algún hombre que me diga "a nosotros también nos pasa". Contestaré ya. Es cierto que las violencias del bullying afectan, aunque en menor proporción, a los niños (y el próximo viernes publicaré un testimonio en este sentido). Pero la gran diferencia cualitativa con el acoso escolar que enfrentamos las mujeres, es que esa vulnerabilidad tan manifiesta al linchamiento, se mantiene durante toda nuestra vida, y es una permanente coacción invisible.