domingo, 17 de agosto de 2014

Bullying: El feminismo que nos cura, el feminismo que nos salva.

Pilar 17 años

Todo comenzó a los 7 años, una niña nueva llegó al colegio,  y con su llegada las pocas amigas que tenía se fueron con ella. Yo era muy tímida y no me atrevía a hablarla,  a pesar de ser ella la nueva. Poco a poco mis amigas dejaron de hablarme y en el patio del colegio acababa con niñas mucho menores que yo o jugando sola. Al cabo de unos años fui engordando y desarrollándome y eso supuso un gran motivo de burlas ya que fui la primera en desarrollarse de toda mi clase. 

El primer insulto que recibí fue de mi mejor amiga, que me llamó gorda y me dibujó en la pizarra calva, meándome y gorda, me gritó "este es tu futuro, nadie te querrá. " A lo que el resto se sumó llamándome fea, gorda, calva… Mis años de colegio fueron un calvario que dejó mi autoestima destrozada, ni las niñas pequeñas se querían acercar a mí.  

Cuando acabé el colegio, con la autoestima ya minada no me imaginaba que lo que vendría sería peor.

Por aquel entonces estaba gordita, sin embargo no era la más gorda de mi clase, a pesar de eso me torturaron psicológicamente llamándome gorda, de nuevo dibujándome y a esto se sumaron las llamadas telefónicas a altas horas de la mañana así como el acoso por Tuenti donde colgaban fotos y me etiquetaban.

Llegaron a llamarme Hans Topo, por mis gafas, así como múltiples insultos más de los que ni quiero ni puedo acordarme.

En este contexto comenzaron mis andanzas en la autolesión, para redimirme y castigarme por ser lo que mis compañeras decían de mi. Me odiaba hasta el punto de hacerme cortes diariamente, hasta el punto de tres intentos de suicidio…

Ya en la autolesión el bullyng siguió haciendo mellas en mí y golpeó mi inexistente autoestima con los constantes gorda pintados en mesas, paredes, pizarras… Un día tras ver en mi mesa un dibujo en el que me llamaban obesa me fui al baño y vomité, me induje el vómito por primera vez en el tercer baño del servicio de chicas que estaba al lado de mi clase.

Las burlas acabaron en 1° de bachillerato, cuando empecé a salir con un chico y mis compañeras estaban más preocupadas por su futuro que por mi, sin embargo hasta acabar el mismo curso y conocer a una persona que me introdujo en el feminismo, la bulimia continuó, así como la autolesión.


Darle un significado político me ha hecho comprender que no era mi culpa, y a partir de quitarme la culpa todo ha mejorado mucho


Sin feminismo, estaría muerta en vida, o directamente muerta

A día de hoy mi autoestima da bandazos. Las secuelas del bullying no han acabado.




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Julia 22 años

Descubrí que tenia Alopecia Areata a los 7 años. Es una enfermedad autoinmune que hace que se caiga el pelo (mis defensas atacan a mi pelo pensando que es algo malo.)

A esa edad solo tenia ligeras calvitas que iban repoblándose y no se notaban demasiado y ya empezaron las burlas y desprecios por parte de mis compañeros de clase, como apartarme de ciertos juegos por esto, pero eso no lo recuerdo tan nítidamente como lo siguiente.  A los 10-11 (en 6º primaria) perdí el pelo por completo e iba al colegio con pañuelos, hasta que me compraron una peluca. Los niños de mi clase, con los que luego iría al instituto a veces me hacían preguntas incómodas en grupo y luego se reían. 

Pasamos al instituto, yo con mi peluca y un mundo nuevo lleno de caras nuevas y de gente nueva... Yo no me hablaba con mucha gente a pesar de ser bastante sociable, pero eso daba igual, en dos días todo el instituto se había enterado de que yo era calva, no que tuviese una enfermedad autoinmune, ni que me llamase X, ni de que mi comida preferida fuese la sopa, sino de que era calva, calva, calva, calva... Me lo recordaba gente que no había visto en mi vida a gritos por el pasillo, en clase, en el patio, a la salida o en el autobús, cada vez que me veían ¡CALVA! o mirándome en pequeños grupos,riéndose y señalándome "Esa es calva" ¡como si yo no lo supiera!. Tenia miedo de que mi madre viniese a buscarme algún día y lo viese todo. 

Recuerdo especialmente un día, estábamos sentadas en mesas de 6 trabajando en la clase de plástica, concentradas, en absoluto silencio, y el profesor en su mesa. Un chaval de mi clase decidió gritarme desde la otra punta de la clase y romper el silencio "eh tu, calva, que estás calva", todos me miraban y yo miraba al profesor y el a mi fijamente, yo esperaba que el dijese algo, pero no fue así, me miro durante un siglo (para mi) aunque en realidad fueron 5 segundos y siguió a lo suyo. Alguna risa de fondo, algún sentimiento de injusticia ahogado, pero nadie dijo nada, yo tampoco, seguí pintando y deseando que terminase la hora. 

Terminé primero de la ESO (11 años) y me fui de vacaciones con mis padres. Ese verano me empezó a crecer el pelo "gracias" a un tratamiento dermatológico (cabe decir que mi familia lleva toda la vida llevándome a dos mil millones de sitios en busca de una solución mágica, dejándose un pastizal) este tratamiento se llama "dicenciprona" y me daba una reacción alérgica para que mis defensas se ocupasen con combatir esta amenaza en vez de mi pelo, provocándome un picor y unas ampollas horriblemente dolorosas, pero daba igual, yo no quería ser calva, al precio que fuese.

Volví en segundo de la ESO (12 años) con el pelo muy cortito, pero con pelo. La gente ya no se acordaba de mi, me obviaban, hasta que vieron que mis tetas eran lo suficientemente grandes como para seguir obviandome. Pasé de ser la tía con la que todos se metían a ser la tia a la que todos querían follarse. 

En tercero de la ESO (13 años) se me empezó a caer el pelo de nuevo, a pesar de las miles de ampollas que me producía este tratamiento, se ve que mi cuerpo se acostumbró a el. Yo tapaba todas las calvas pintándomelas con spray, poniéndome miles de pañuelos, diademas... pero llegó un punto en el que resultaba imposible taparlas todas. Un día de octubre, en el patio una compañera me dijo "se te ve la calva de arriba" y algo se me removió dentro... me toque despacio, no podía taparla con nada, así que entré a secretaria y dije (por primera vez en toda mi escolarización) que llamasen a mi madre que me dolía mucho la tripa. Mi madre vino a buscarme, me monté en el coche y no volví al instituto. Vinieron dos personas a darme clases en casa para ir aprobando los examenes e ir pasando de curso. Me quede encerrada en casa desde octubre hasta junio/julio. No salia ni para comprar el pan. Me avergonzaba de mi. No quería volver a ponerme una peluca porque no quería volver a vivir aquel infierno diario. Me tapaba la cabeza con dos pañuelos y un gorro para que nadie me viese (ni mis padres, ni mi hermano). Intenté suicidarme. 

La gente del instituto me agregaba al messenger para insultarme y preguntarme "no vas al instituto por que estás calva?". Mis padres estaban bastante preocupados y buscaron en internet algo de ayuda, localizaron una asociación en la que se reunían personas con esta enfermedad, se pusieron en contacto con ellas. Había gente de todas las edades y de distintas partes del mundo, cada una con una historia diferente. Una de estas personas y su familia nos invitó a mi familia y a mi a su casa a pasar el verano. Me ayudó bastante salir y conocerles, deje de taparme la cabeza y volví a usar peluca para terminar 4º de la ESO en ese infierno. 

Ese curso fue un poco más llevadero. Pasé a ser invisible para muchos, hasta que un día defendí a unas chicas a las que estaban pegando en el pasillo por tener diversidad funcional. Entonces volvieron a la carga, me empujaron y me tiraron al suelo mientras me insultaban y llamaban "calva de mierda" entre risas, pero ya me daba igual, solo me quedaban unos meses para terminar el curso.

Al terminar el curso no terminó el bullying, después de esto ha habido intentos de ridiculización. Un par de veces personas que eran bastante cercanas han recurrido a este insulto al decirles que NO quería follar con ellos. 

Después de entender que no quiero ser como me han dicho que debo ser, después de quererme un poco a pesar del bombardeo social, de valorarme, de empoderarme, de decidir cuando, como y donde quiero tener pelo y (a veces) llevarlo a cabo y quitarme la peluca. Después de todo esto (y a la par) le puse nombre al feminismo. Me empecé a querer, a valorar, a empoderar. Soy capaz de hablar de ello, e incluso de publicarlo. Soy capaz de hacer todo lo que me proponga y me alegro de no haber terminado con mi vida cuando quise hacerlo, porque la vida es lucha y nuestro cuerpo, un campo de batalla. 
                    

                            *****

 Adelina 22 años.


 No faltaron docentes iluminadxs que me instaron a esforzarme en encajar, ni las situaciones ocurridas en sus mismas narices que se pasaron por alto. En mi caso el bullying empezó cuando fui al instituto en 1º de ESO. No voy a intentar explicar las causas porque eso implicaría que mi perfil tiene algo demonizable, y por ahí no paso. Eso me lo explicó el feminismo años después.

Los insultos y ataques eran diarios en el instituto. Como soy una chica no era frecuente que me pegaran o me atacaran físicamente, aunque también ocurrió alguna vez. En general mi sensación era de absoluta soledad y desconcierto, porque no entendía por qué me pasaba. Básicamente era la marginada de la clase. Me insultaban a todas horas y mi autoestima se fue a la mierda. Al final de la jornada lectiva llegaba a casa y las cosas no mejoraban, porque allí la violencia se recrudecía. De modo que no me sentía segura en ningún entorno, ni en clase ni en casa, y eso jodió algunas partes de mí para siempre.

Obviamente no me atreví a contárselo abiertamente a nadie de mi familia. Insinué alguna cosa y la respuesta fue que había que pasar de esas cosas, que ya se aburrirían. Que si yo no entraba al trapo, no tendrían razones para seguir. Eso me entristeció y me llenó de impotencia. Joder, no iba a poder hacer nada para no tener yo la culpa. El viejo argumento de perder las formas y perder la razón.

La indefensión aprendida es una de las constantes en la creación del “otro” víctima que más me han irritado siempre. Se nos hace dependientes de unas estructuras que jamás nos van a ayudar; más aún, esas estructuras están pensadas para el amparo de quien abusa y la estigmatización de quien sufre los abusos.

Cuando era adolescente creía que iba a recibir ese trato durante toda mi vida; llegué a creer que había algo en mí que animaba a la gente a sentir asco y a despersonalizarme... Pero no. Sobreviví. Salí de ese instituto, estudié bachillerato en otro y las cosas fueron mucho mejor. Ahora tengo veintidós años y, aunque a veces siento algún acceso de victim shaming interiorizado, sé que cuento con las armas para combatirlo. El feminismo y una manada de amigxs maravillosa me han acompañado en el proceso. La verdad es que sí, sigo teniendo issues. No me he atrevido a hablar de esto en Twitter abiertamente desde mi cuenta. Me he limitado a hacer unos pocos retuits. Creo que es una de las paradojas que más rabia me dan de mi activismo, seguir sintiendo algo de vergüenza por esto. 

Como si a una chica dura no le pudieran pasar estas cosas.



*Las edades y las historias son reales. Los nombres son ficticios, tomados de 3 tres de las 13 rosas que perdieron la vida luchando por la libertad.

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